ºººLa fobia al virusººº

http://www.libertinaje.net/wordpress/wp-content/gallery/etc3/virus2.jpgPor razones de supervivencia uno necesita saber qué es lo que anda mal, por eso el miedo es la emoción más creída. Lo positivo tiene un bajo impacto, porque es tibio y difuso; lo negativo en cambio, es lo que lleva a la alerta.Al igual que la influenza, el miedo es también altamente contagioso. Y si hay algo más veloz que un virus en fase de expansión, es la propagación del pánico. Aspectos tales como la excesiva demanda mundial de Tamiflu, la decisión de matar a la población de cerdos en Egipto, el veto de Rusia a la carne de puerco y la xenofobia con que se contempla a los mexicanos, resultan de miedos que no responden a razones objetivas.

Son los daños colaterales del temor a la enfermedad, una especie de “epidemia de alarma social” que corre en paralelo con la epidemia real.

Porque mientras la incidencia del virus parece de momento controlada, en internet y en la calle no decae el miedo a la pandemia. Pero, ¿por qué el temor? Porque las posibilidades de daño a la sociedad siempre generan y difunden el temor.

En una década que empezó marcada por el terrorismo internacional y luego por una crisis económica global, sólo hacía falta una debacle sanitaria.

Por eso la respuesta de la población ante la gripe ocasionada por el virus H1N1 ha oscilado entre la aprensión y el temor, entre la preocupación y la hipocondria más desatada.

Antes de esta crisis sanitaria habían suscitado una reacción parecida la encefalopatía espongiforme bovina (o enfermedad de las vacas locas), el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y la gripe aviar, por no citar la amenaza bioterrorista de las armas biológicas, entre ellas el uso del ántrax o del gas sarín (altamente letales) para crear miedo en la población.

¿De dónde viene el temor?

Si, como asegura la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los sistemas sanitarios de los países afectados, la influenza se encuentra bajo control, entonces ¿de dónde viene el miedo?

“Del contagio de la incertidumbre”, apunta el sociólogo Jesús Gutiérrez Brito. “Es como cuando en una discoteca alguien grita ‘¡fuego!’ y todos tratan de salir aunque no hayan visto llamas ni humo.

“Más que la gripe en sí, a la gente le produce preocupación el temor del vecino, y así sucesivamente. Es algo angustioso que moviliza más que la propia enfermedad”, argumenta Gutiérrez Brito.

“Y están tambien los medios de comunicación, que nos saturan de información, no sólo en lo que respecta a la pandemia, sino en lo que se refiere al ‘narco’, a la crisis financiera global y cualquier otro asunto inesperado que surja de improviso.

“Es como si fuesen dos epidemias en paralelo, o una especie de ‘metástasis social’ derivada de la información que nos llega de la calle, de los medios y todos lados.

“Y debemos recordar que vivimos en una cibersociedad que tamiza sus desventuras, sus expectativas y sus dudas en la Red. De hecho, la alerta de pandemia desatada por el H1N1 no podía sustraerse al crisol de la internet, donde bloggers, redes sociales y medios online han vehiculado las expectativas de la gente, con todo lo que de bueno y de malo ofrece la posibilidad de intercambiar información rápida con todo el mundo”.

Los efectos en la Red

Jesús Flores, profesor de Ciencias de la Información, dice que, al contrario de lo sucedido con algunas catástrofes naturales —como el huracán Katrina en 2005—, en las que la Red resultó una herramienta muy útil de localización y apoyo, en la epidemia de la gripe A H1N1, “la información que prolifera en internet ha tenido un efecto más bien adverso.

“Un caudal de información desbocado, con frecuencia alarmista, que se sustancia en contenidos colocados en plataformas fáciles de crear y a las que resulta muy sencillo acceder, pero en la que, quizá por las prisas no es posible separar ‘el grano de la paja’”.

Así pues, junto a “información veraz”, dice Flores, “en la Red se multiplican las habladurías, las tergiversaciones e incluso las supercherías, en torno a la información fidedigna, que ven en la epidemia una conspiración dirigida a beneficiar a las compañías farmacéuticas o a los gobiernos locales para opacar un problema interno.

Luego viene la dilución

El comportamiento de un individuo sometido a cierta dosis de estrés puede acabar contagiando al vecino, como advertía el sociólogo Gutiérrez Brito, Y eso, entre otros motivos, porque las emociones negativas son más impactantes que las positivas.

Cuando se trata de sobrevivir uno necesita saber qué es lo que anda mal, por eso el miedo es la emoción más creída. Las emociones positivas tienen un bajo impacto, pero lo negativo lleva fácilmente a una situación de alerta. Y los medios de información saben que el miedo vende más que la tranquilidad.

Además es muy fácil difundir un rumor, pero muy difícil desmentirlo. De hecho, las historias que crean temores no se resuelven, se disuelven. Por eso, dentro de dos meses nadie se acordará de esto, como ahora nadie se acuerda de la amenaza de la gripe aviar.

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