ººº La única esperanza que me quedaºººHISTORIA DE AMOR...




Estoy enamorada. Lo sé. No sé si soy correspondida, pero me hace sentirme feliz. Me anima los días grises de esta ciudad del Cantábrico a la que me mudé hace tiempo. Él no está conmigo y, al paso que vamos, nunca lo estará. Pero no por ello dejo de sentirme feliz por estar enamorada.

Tuvimos nuestro momento y nuestras oportunidades y no las aprovechamos. Sé que él quería estar conmigo y que yo quería estar con él. Pero nunca llegó nuestro momento. Nunca conseguimos quedarnos solos y, el día que lo hicimos, el miedo le pudo y no se lanzó. Yo estaba entregada y él dudó demasiado a la hora de abrir la puerta. Luego ya fue demasiado tarde. Ninguno de los dos encontró el momento y el lugar y, un mes después, encontró trabajo en una gran ciudad. Me hubiera encantado despedirle en la estación, pero sólo si hubiera estado sola. Le mandé un mensaje al móvil, pero sólo le deseé buen viaje.

Pero estoy enamorada. Lo sé. Y sé que en el fondo, soy correspondida. Me llama, me escribe. Intento recibirle con cariño, aunque sin darle demasiadas esperanzas. No quiero que me pida que me vaya, ni quiero que deje su trabajo en la capitalpara venir a verme. Después de muchas vueltas he conseguido un trabajo estable, una vida nueva, un apartamento bonito y el respeto de quien me rodea. Soy una mujer madura e independiente. Ahora que me he encontrado a mí misma, no quiero nada que lo ponga en riesgo. Pero, aún así, no dejo de estar enamorada.

Desde hace unos meses me llama más a menudo. La chispa surge en seguida y me siento feliz y cómoda cuando hablo con él. Alguna vez me ha insinuado que quiere venir a verme, pero yo no quiero invitarle. Me da miedo que quiera demasiado. Pero soy feliz con lo que me da. No necesito más.Ayer se lo comenté a una amiga y me dijo que por qué no intentaba más. Que si estaba tan enamorada y me sentía correspondida, ¿por qué no me jugaba la oportunidad y hacía algo yo o me dejaba hacer?

Y entonces descubrí que aquel amor era la única esperanza que tenía. Que la incógnita creaba soledad e impaciencia, pero que, si la incertidumbre pasaba a ser negativa, perdería con ello la única esperanza que tenía de ser querida en aquella nueva vida tan respetable.