En este intenso drama confluye la poderosa y temible mara salvatrucha (la principal
pandilla centroamericana, original de El Salvador y con ramificaciones en México y Estados Unidos) y la problemática de los
inmigrantes de América Central hacia el país "del norte". Opera prima del cineasta estadounidense Cary Fukunaga, ganó los premios de Mejor Dirección y Mejor Dirección de Fotografía en el Festival de Sundance. Sin nombre se ha estrenado en algunas ciudades y
continúa estrenándose el 17 de abril en el resto del país.
La mara no perdona
El siempre espinoso tema de la inmigración corre paralelo al de las peligrosas pandillas que salieron de Centroamérica para llegar a Los Angeles y el resto de Estados Unidos y, en algunos casos, volver a su origen, formando una organización tan vasta como los carteles de la droga. Edgar Flores interpreta a Willy o El Casper, miembro de la tristemente célebre Mara Salvatrucha, que no comulga con todos los principios de la misma, por ejemplo, al tener una novia en otro sector del pueblo de Chiapas en el que vive, a escondidas de su jefe, el despiadado Lil' Mago (Tenoch Huerta Mejía).
Mientras el Casper somete al niño llamado El Smiley (Kristyan Ferrer) al cruel ritual de iniciación en la mara y hace el amor con su novia Martha Marlene (Diana García), en Honduras la adolescente Sayra (Paulina Gaitán) es prácticamente obligada por su padre recién deportado, Horacio (Gerardo Taracena) a viajar con él y su tío Orlando (Guillermo Villegas) en un tren a través de México para llegar a los Estados Unidos, donde su nueva familia en Nueva Jersey.
Cuando Martha Marlene es asesinada por Lil' Mago, Willy lo mata y se condena a muerte, pues la mara no perdona y no parará hasta acabar con él. Mientras tanto, se sube al mismo tren que Sayra, a quien precisamente salva de su ex jefe, ganándose su agradecimiento a regañadientes. La amistad los llevará hasta la frontera, en un viaje lleno de peligros, muertes y tragedias, producto de la imaginación de Cary Fukunaga, pero no muy lejos de la realidad, mostrada aquí con notable crudeza.
Si bien la película tiene como productores ejecutivos a los mexicanos Gael García Bernal y Diego Luna, queda claro que los centroamericanos no son bien recibidos en México para llegar a Estados Unidos. Claro que a nadie le caen bien los mareros, pero la discriminación de éstos es por partida doble, desde que tienen que cruzar dos fronteras. Aunque
Sin nombre es presentada como un drama, realmente es una tragedia con pocas escenas felices y es una película que todo latinoamericano mayor de edad debería ver. Está clasificada R. Los subtítulos en inglés ayudan a entender la a veces incomprensible jerga de las maras.
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