ºººLa ‘enfermedad del beso’ººº

http://s3.amazonaws.com/lcp/ultreia/myfiles/besos.pngBesar en los labios a la persona amada va más allá del afecto, de los sentimientos o de la relación social. Psiquiatras y médicos aseguran que el ósculo es bueno para la salud. Sin embargo, algunos de los besos que damos o recibimos resultan nocivos porque transmiten enfermedades infecciosas, como la mononucleosis, también conocida como “enfermedad del beso”.

Está demostrado científicamente que cada beso prolongado que damos a la persona amada, al amigo o al familiar, supone un consumo de doce calorías y permite mover hasta 36 músculos del rostro. De ahí que médicos y psiquiatras recomienden esta práctica que, según ellos, va más allá del aspecto afectivo.

En los últimos tiempos es frecuente toparse en los medios con noticias de convocatorias de “besadas” públicas cuyo objetivo principal es intentar promover de forma lúdica los beneficios del beso en la salud de quien lo practica.

Besar sin pensar

Jesús de la Gándara, psiquiatra en un hospital de Burgos (norte de España), considera en su artículo “La química del amor y el lenguaje del beso” que “algo ha de tener” esa mínima parte de piel especializada (la de nuestro labios) si le hemos confiado buena parte de nuestra relación con los demás.

El psiquiatra, que ha rebuscado en los entresijos, la fisiología y las condiciones sociales, etológicas y antropológicas del beso, recuerda que casi todos los días y casi todas las personas besamos, aunque casi nunca pensamos en sus “motivos, maneras y consecuencias”.

Al besar se ponen en marcha tres hormonas beneficiosas para nuestra salud: la oxitocina, la dopamina y la endorfina.

Estas reacciones pueden ayudar a calmar dolores físicos actuando como “analgésicos naturales”, aunque otro especialista en la materia, el doctor Juan Sergio Fernández, aclara que los médicos propugnan el beso exclusivamente entre personas “sanas”, ya que besar también puede transmitir enfermedades, al igual que un golpe de tos.

Una de las patologías más comunes provocada por los ósculos más o menos apasionados es la mononucleosis, también conocida como “enfermedad del beso”. Se transmite por vía respiratoria, como puede ocurrir con la gripe o la tuberculosis, aunque a quien le puso esa otra denominación a la mononucleosis infecciosa “le pareciera un nombre bonito y llamativo”, según Fernández.

También conocida como fiebre glandular, la mononucleosis es provocada por el virus Epstein Barr. Suele tener consecuencias benignas aunque el reposo absoluto es imprescindible para que la enfermedad desaparezca. En casos rarísimos pueden tener efectos secundarios cardiovasculares y neurológicos y, las estadísticas de salud, indican que la mortalidad es muy reducida en todo el mundo.

Según un estudio publicado en la revista Genome Research, los virus causantes de ciertos tipos de cáncer modifican su material genético para burlar las defensas del organismo, lo cual supone que estas alteraciones epigenéticas también pueden estar presentes en virus como el de la mononucleosis infecciosa, la hepatitis o la gripe común.

Lo que falta por descifrar es por qué algunas personas portadoras de virus oncogénicos los eliminan sin más, otros se convierten en una infección y otros portadores acaban desarrollando un tumor canceroso, incluidos los que padecen la “enfermedad del beso”.

Faringitis y dolor de cabeza

En cualquier caso, basta un simple beso en la boca para contraer la mononucleosis infecciosa, cuyos síntomas principales son faringitis, dolor de cabeza, inflamación de las amígdalas, dolores musculares y una gran fatiga que puede prolongarse durante meses. También suelen inflamarse los ganglios linfáticos y el bazo, si bien a las cuatro semanas estos síntomas suelen desaparecer si se siguen rigurosamente las prescripciones médicas.

Curiosamente, la “enfermedad del beso” es muy habitual en deportistas, sin que se sepan muy bien las razones. Dos grandes figuras del tenis, como el suizo Roger Federer y el croata Mario Ancic han visto mermadas sus facultades en la pasada temporada a causa de la mononucleosis que les obligó a retirarse temporalmente de las canchas.

El tratamiento para esta enfermedad es muy simple: al reposo prolongado hay que añadir abundante ingesta de líquidos y analgésicos comunes, como ibuprofeno, aspirina o paracetamol.

Desde el punto de vista preventivo, ha habido avances en la lucha contra esta patología. El médico belga Etienne Stokal, ha desarrollado una vacuna que reduce cinco veces el riesgo de contraer la “enfermedad del beso”.

Durante los ensayos, la vacuna fue probada en noventa jóvenes y sólo dos de ellos resultaron infectados después de que se les administrara el virus de la enfermedad, según los resultados publicados el diario en lengua flamenca “De Morgen”.

En el grupo de control, compuesto por otras 91 personas, fueron diez jóvenes los que contrajeron la enfermedad producida por el virus Epstein-Barr.

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