ºººEl dilema del virusººº

http://www.libertinaje.net/wordpress/wp-content/gallery/etc3/virus2.jpgLos esfuerzos dedicados a resolver la nueva epidemia de influenza podrían frenar los planes dirigidos a producir los remedios contra la gripe común,La primera línea de defensa farmacológica contra el virus de la pandemia de gripe que ahora azota al mundo, no es una vacuna, son los antivirales. Y no son las vacunas porque las pandemias resultan de un virus nuevo, y las vacunas se diseñan y planean 10 meses antes de que estén disponibles.

De ahí que, en este momento, la mejor línea de defensa son los antivirales —como Tamiflú y Relenza.

Los antivirales inhiben la acción de las enzimas y proteínas presentes en la cubierta del virus de la gripe, que son las que permiten que éste se fije y se aloje en las células del sistema respiratorio de las personas.

El problema de los antivirales es que no pueden ser usados antes de la infección porque si no hay virus no pueden hacer su trabajo.

Y para ser eficaces, los antivirales deben ser usados en las primeras horas de la infección, antes de que se manifiesten los síntomas severos, que son los que pueden provocar la muerte del paciente.

Pero no podemos perder de vista que la mejor estrategia preventiva es la vacunación.

El problema es que el virus de la gripe tiene una capacidad de mutación muy elevada y por ello la vacuna no suele proteger contra los virus del año del siguiente.
Esa es la parte gris de la vacunación. De hecho, ningún país puede atenerse a una vacuna para tratar de detener una pandemia.

Más claro

Las vacunas contra la influenza están hechas de partes muertas del virus o de versiones debilitadas del virus vivo que no pueden causar la enfermedad.

Cuando nos vacunamos, el sistema inmune del cuerpo registra esas partes virales como “amenaza”, y fabrica los anticuerpos que lucharán contra la infección si nos exponemos al virus después de ser vacunados.

Por el contrario, los antivirales son fármacos con los que se puede tratar a personas que ya han sido infectadas por el virus.

También pueden usarse para prevenir infecciones cuando son administrados inmediatamente antes o inmediatamente después de la exposición al virus y antes de que avance la infección.

En síntesis, la diferencia clave entre una vacuna y un antiviral es que este último evita la infección si es administrado inmediatamente antes o después de la exposición, mientras que una vacuna puede ser administrada mucho antes de la exposición al virus y otorgar protección por un periodo prolongado.

En síntesis, el arma esencial a corto plazo es el antiviral, y el arma efectiva a mediano y largo plazo es la vacuna.

No es la tecnología

Los científicos ya han aislado el virus A/H1N1 del brote mexicano, y esperan tener un prototipo puro del virus dentro de las siguientes dos semanas.

Pero el principal problema no es la tecnología, sino las gestiones de Salud Pública que deben hacerse para que la vacuna llegue a tiempo a las comunidades donde va a ser utilizada.

La decisión de fabricar una vacuna antipandémica “antes” del comienzo de una pandemia (que es lo que se prentende con la nueva vacuna) comprometería la capacidad de producir la vacuna antigripal convencional, es decir, la vacuna trivalente que se elabora cada año, para ser administrada a la población durante las primeras semanas del otoño.

Y hay que recordar que la gripe común mata a por lo menos un millón de personas en todo el mundo cada año.

Por otra parte, 90 por ciento de la vacuna de la gripe lo producen 20 compañías de nueve países, cuya capacidad de producción actual es de 500 millones de dosis al año, pero el mundo tiene 6 mil 800 millones de habitantes.

Los laboratorios farmacéuticos aseguran que pueden incrementar su producción, pero aún así llevaría varios años satisfacer la demanda mundial de vacunas en caso de una pandemia.

Entre las compañías fabricantes se encuentran la francesa Sanofi-Aventis, la suiza Novartis, la británica GlaxoSmithKline, la australiana CSL y la estadounidense MedImmune, que es parte de AstraZeneca.

Ya están en eso

Los científicos de los Centros de Control de Enfermedades (CDC), con sede en Atlanta (la agencia para el control mundial de enfermedades) han utilizado muestras de personas contagiadas en México y Estados Unidos para purificar el nuevo virus de la gripe, y esperan tener una “cepa de referencia”, en un plazo no mayor de 15 días.

Ese es el virus que entregarían a las compañías farmacéuticas para iniciar el protocolo de producción de una vacuna.

Los genes de la cubierta externa del virus se mezclarían con los genes de una cepa máster que se usa habitualmente para hacer las vacunas de la gripe convencional. El resultado sería una vacuna contra la influenza A/H1N1, que ahora ataca en México, Estados Unidos y otras partes del mundo.

Las vacunas de la gripe son virus que se cultivan en embriones de pollo, es decir, en huevos de gallina fertilizados. Los laboratorios tardan en la actualidad seis meses para lograr una vacuna.

Pero hay técnicas genéticas que permiten acortar el tiempo de elaboración en dos a tres meses. Es el caso de la compañía MedImmune, de Estados Unidos, que utiliza las técnicas genéticas para producir una vacuna intranasal contra la gripe común. MedImmune tiene un acuerdo con el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos para desarrollar una vacuna contra el virus de la gripe aviar H5N1 (que los expertos creen sería el virus de la próxima pandemia).

En fin, según la propia Organización Mundial de la Salud, “los países fabricantes probablemente satisfarán su demanda nacional de vacunas, antes de libe-rar suministros para el mercado de exportación”.

Lo cual significa que tendríamos que esperar a que los países fabricantes llenen sus requeri-mientos, antes de atender el suministro de vacunas al resto del mundo.

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