ºººO él o yo: cuando tu jefe es un insoportableººº


Muchos son los trabajadores que deciden cambiar de trabajo por culpa de un mal jefe.

“Mandaría a mi jefe al manicomio”. Si no lo consigues, vete antes de que ingreses tú. Y es que son muchos los trabajadores que renuncian a su trabajo por culpa del estilo de dirección de sus superiores. Lo peor es que, en muchas ocasiones, ese mal jefe ha aprendido a serlo porque lo ha visto en otros, y es lo que se prodiga en la cultura de la empresa.

Es normal, y no por ello siempre bueno, que existan tensiones más o menos necesarias, porque hay que cumplir unos objetivos, por ejemplo. Y en cierta manera, esa “presión” nos sirve para dar lo mejor de nosotros mismos. Lo que ya no es válido ni positivo es que la empresa, por ejemplo, endurezca el ritmo de trabajo sólo por querer ganar más dinero. Empieza a transmitirse esta presión en cascada: Del “mandamás” al jefe de departamento, de éste a tu jefe directo, y él te la transmite a ti. En verdad no sabes a veces si odias más a tu jefe o a la empresa en sí.

Pero, ¿qué pasa si, independientemente de la gestión, el jefe no tiene habilidades de liderazgo o de comunicación con los demás? “Mis formas son malas, pero mi fondo es bueno”, te dirá tu jefe. Pero eso no supone que lo tengas que aceptar tal y como es, porque tu trabajo y tu potencial se verán desvirtuados. Entonces vendrá el estrés, el sentirse infrautilizado, y el desinterés por cambiar el comportamiento de tu superior. Y lo que es peor, tendrás una nueva frase que condicionará tu desarrollo profesional de forma negativa: “la culpa de todo es de mi jefe”. Como si fueras incapaz de soportar cualquier tipo de autoridad. ¿Y acaso los responsables de tu vida son siempre los demás? ¿No tenemos la profesionalidad suficiente como para hacernos valer?

El conflicto parece tener sólo una salida: cambiar de trabajo. Pero también se ha de trabajar un comportamiento maduro a la hora de comunicar y expresar nuestras ideas y derechos, sin querer perjudicar a los demás. Un saber decir “no” de forma clara y convencida. La formación sobre técnicas y conocimientos propios de tu oficio y la experiencia profesional te ayudarán a desarrollar esta habilidad para mostrarte firme y reforzar tu propia personalidad. Hazte valer, por encima de esa figura egoísta y, en el fondo, cobarde.

Y podrás cambiar de trabajo diciendo ese “no” bien alto y claro. Aunque, no te vamos a engañar: en tu nueva empresa es posible que te encuentres más de lo mismo. Pero siempre debes trabajar de forma que tu trabajo no deje ninguna duda de que eres la persona mejor capacitada para ese puesto, y que, cuando te vas, están perdiendo a un profesional capaz de dar gran valor a la empresa.

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