
“Yo me sentía en paz, no me sentía nervioso”, asegura Cutié, de 40 años, refiriéndose al pasado 26 de junio cuando frente a 60 familiares y amigos juró amor eterno a su entonces prometida. “Estábamos en el cielo porque era lo que más queríamos: estar frente a Dios y hacer unos votos reales, de corazón y de alma”.
El puertorriqueño relata que su boda por la iglesia episcopal fue la culminación de los dos meses más intensos de su vida y el comienzo de una nueva etapa en la relación con su esposa, la cual comenzó hace más de una década como una amistad y se convirtió en algo más hace dos años.
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